La
siguiente historia que voy a contar es sobre una doncella muy bella que vivía
en el Palacio Real de Mornias, mejor conocida como Bonita Méndez, que contaba
con la edad de veinte años, ella era muy sonriente y siempre intentaba sacar
una sonrisa aunque estuviera peor que muchos en algunas ocasiones, merecía la
pena por ver lo que lograba por sacar los dientes y contar un par de chistes
malos que se inventaba, al menos las personas se olvidaban de sus problemas y
volvían a sonreír, les convencía de que no había que preocuparse por el pasado
aunque es importante aprender lo que nos traiga el tiempo y así poder continuar
por el camino correcto. Ella les decía que solamente es el principio, que ya no
importaba el pasado, porque delante de sus narices hay un gran libro abierto con
trescientas sesenta y cinco hojas en blanco para escribir lo que queramos.
Luego les hablaba sobre el futuro, que sí importaba y muchísimo más de lo que
ellos pensaban, por eso la vida os regala el precioso presente para que hagáis
lo mejor posible, mientras la muerte no nos llegue y siga teniendo un chupito
de tequila en su mesa, todo es posible hasta lo imposible.
Sin
embargo, contaré un poco sobre la vida de Bonita, cuando tenía aproximadamente
diez años perdió a sus padres en una expedición por alta mar, estaban navegando
por el océano Pacífico dirigiéndose hacia las costas africanas en busca de un
delincuente llamado Fuego que se había robado un cuadro de cinco millones de
euros, cuando desaparecieron y nadie volvió a saber sobre los padres Méndez.
Por eso a los cinco años de desaparecidos los dieron por muertos, la realidad
fue distinta ya que se encontraban en una isla que descubrieron por su cuenta y
que bautizaron con el nombre de "La isla de los sueños rotos".
Bonita
hacía dos años atrás que se había dado por vencida aunque nunca dejaría de
intentar algo nuevo para encontrarlos pensaba para sí misma, no importaba si ya
nadie le creía o si no paraban de decirle que no tenía sentido seguir buscando,
creía en lo imposible y pensaba que sus padres aún seguían vivos por eso no se
rendiría tan fácil, retomó la búsqueda a los veinte años de edad, convencida de
que los encontraría en el Océano Pacífico, se embarcó por mar en un navío
llamado "Tres Coronas" formado por una tripulación de cinco hombres,
cinco mujeres y un par de perros que pasaron a formar parte de la familia
Méndez "Zoé y Manchas" además de ser los más listos de la familia
porque podían comunicarse con los demás seres a través de un idioma de unos mil
años de antigüedad que habían inventado
sus antepasados perrunos y que los humanos entendían a la perfección; mejor
conocido como perrunis omega, poseían características de alienígenas aunque
eran lo más parecido a un amigo sincero que existía en toda la galaxia por eso
no podían separarse ni nada por el estilo, la verdad es que no quería perderlos
nunca, los amaba demasiado y sabía que sus padres se pondrían contentos al
verlos de nuevo.