Subí al autobús del chiflado Bob; me encontraba en el último lugar de aquel desierto rodante. Voy a presentarme a vosotros como la tortuga Pixie; amo la música y me gusta cantar a todas horas o simplemente disfrutar escuchando la música de la vida, las olas con su sonido sanador, era increíble.
Estaba cerca del mar a la hora de la comida, ya que íbamos a reunirnos las tortugas más viejas del planeta en un país llamado Ecuador, en la isla Galápagos, quedábamos a las doce de la tarde; mientras llegaban todas mis compañeras, nos poníamos al día con nuestros familiares y amigos. También comentábamos sobre la tortuga que nos volvía locas de amor, en mi caso me gustaba una tortuga llamada George, le encantaba la música y bailar, se dedicaba a cuidar de las arenas protegiendo a las tortugas de los delincuentes que llegaban a llevarnos con ellos. Se hacían llamar seres humanos y destrozaban todo lo que encontrasen a su paso, bosques, selvas y también solían tirar basura en nuestra hermosa isla.
Para terminar me encontré con mi amor George, estuvimos juntos todo el día y antes de llegar a casa nos sentamos a charlar sobre la vida durante horas y horas, hasta que se nos hizo de noche y nos toco regresar a casa para dormir. Antes de llegar a nuestro hogar fuimos un rato al océano para darnos un buen baño con espuma y cenamos un poco de crustáceos, nos besamos como dos enamorados y vimos caer el sol juntos...
