martes, 6 de febrero de 2018

Recuerdos Fugaces

Había una vez en un lejano reino llamado Sueños Rotos, Estrella Méndez, era una niña preciosa, que tenía los ojos color miel y con una sonrisa especial, por las noches frías con su luz podía iluminar todo el bosque encantado y llegaba hasta regalarles brillo a las estrellas del cielo. Ella era tan fuerte como una roca y valiente como un superhéroe, sus lágrimas podían valer tanto como un diamante; tenía en sus manos un poder bastante valioso, tenía la capacidad de leer mentes, por eso vivía en el lugar más tenebroso del planeta Júpiter. La pequeña Estrellita tenía siete añitos cuando comenzó escuchando los verdaderos pensamientos de sus padres, le sorprendía las mentiras que decían los adultos y le chocaba que tuvieran poca fuerza para amar sin máscaras ni pretensiones. Estrella ya contaba con doce años de edad e iba a comenzar su primer semestre en la escuela de magia Consejo 57, allí podría aprender más sobre su poder y sobre los magos, ya que sus padres no la dejaban juntarse con nadie del exterior y no podía salir sola, siempre con su madre Cassi y con su padre Spike Méndez; no sabían nada de magia ni siquiera creían que existiese, sin embargo, su hija les demostró lo contrario, además Cassi había olvidado decirle a su pequeña hija y a su esposo Spike que su bisabuela había sido bruja y que se conocía todo hechizo.
Tuvo la oportunidad de conocer la magia más a fondo y de controlar la telepatía casi a la perfección, podía usar su poder sin herir a nadie, también pensaba que podría cambiar el mundo leyendo mentes y conocer la verdad última de cualquier sujeto que intentase engañarla; poseía paciencia infinita y no podía sentirse más contenta. Hasta que cumplió dieciséis años y decidió tener su primer novio.
Una nueva familia había llegado al reino, se apellidaban los Jonson y venían con un chaval de diecisiete años, con ojos color infierno llamado Jeico Jonson; tenía el poder más increíble, podía volar como las aves y era tan ágil como un águila, ya que siempre conseguía lo que quería para bien o para mal. Jeico era dulce como la luna por la noche en febrero y amargo como el sol a las siete de la mañana después de no haber dormido en días, ella estaba enamorada y hace meses que no lo veía porque estaba estudiando en la escuela de magia, estaba en el último curso y solo le quedaba un año para terminar.
De repente, mira por los ventanales de la escuela y miro a Jeico de reojo, así que desesperada por salir pidió permiso para ir al servicio; estaba en el primer piso cuando se reencontró con su amor platónico, lo que Trella no sabía es que Jei no paraba de pensar en ella. Se saludaron con un beso en la mejilla y el amor se dio como cuando bebes alcohol para calmar tus penas, cuando ya sabes que no hay retorno; desde ese día no paraban de verse y de probar sus poderes juntos, cada vez que se miraban el amor crecía más hasta que decidieron vivir juntos para toda la vida.
Sus caminos se unieron y nunca pararon de enamorarse...

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